martes, 29 de agosto de 2017

Quizá llegue la noche

Quizá llegué la noche
y me encuentre en el alero 
de los desubicados
igual que un pájaro triste
observando las cometas
el cielo que atardece en tus brazos
con la desidia de abril
mientras en la sombra del día
la benevolencia nocturna del aire acaricia
las lomas de tierra
y enciende los candiles
como ojos de gato que esperan en silencio
y buscan al tacto siluetas de amantes
que tiemblan en sus ojos
en aquellos recuerdos que no han de morir
porque escuchan el rumor del mar
y despliegan sus alas al momento
y se van de la mano calle arriba
para huir o quizá para quererse
dejando atrás el sonido de sus pasos
y el brillo de tus labios
que aún no han perdido sus libélulas
a pesar de la penumbra
que se cierne sin piedad sobre este valle
de estrellas apagadas
y rumores lejanos
que regresan sin orden
del cajón donde guardas la nostalgia
y los primeros versos de un poema
que aún busca la palabra precisa
en el libro de un corazón herido de quererte.












3 comentarios:

  1. Hola Toño. Es imperdonable que un poema como este esté aquí tan solo,tan aburrido,sin haber sido leído por nadie.Y es que no siempre lo que sentimos y escribimos llega a los demás,aunque a nosotros nos baste con el hecho de haberlo escrito.Pero soy de los que cree que la poesía es de todos y que todos deberíamos empaparnos de ella para intentar ser mejores personas cada día.

    Y después de este rollo preliminar,decirte que yo también he estado apartado un poco de este mundillo,pero siempre vuelvo,es inevitable.Sobre todo a sitios como este tuyo donde sé con certeza que me voy a encontrar con la poesía que mejor entiendo,con la que más me llega.

    Abrazos,poeta.

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  2. Es imperdonable tardar tanto en contestar, querido Joaquín, te pido disculpas. Sabes que siempre es un honor recibir tu visita y que, a pesar de los silencios que no lo demuestran, agradezco enormemente tus palabras.

    Es inevitable volver, tienes toda la razón. Y es muy agradable encontrarse de nuevo al regresar con los amigos que, aunque sea en la distancia y a veces en la ausencia, nos acompañan en este camino compartido, a través de los años.

    Un fuerte abrazo, Jero.

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