miércoles, 21 de diciembre de 2011

Vivo del verbo amar



Vivo del verbo amar, vivo del verso
que nace de sus párpados sinceros,
robado por tus ojos bandoleros
vivo del verbo amar, vivo del beso

que me hizo de tus labios un converso,
que no es la noche noche en tus luceros
si me iluminan blancos los senderos
que tiendes para darme el universo.

Vivo de comprender que por ti vivo,
que eres el puerto que al amar arribo,
mi oasis de ciudad, el paraíso

que ve mi corazón cuando así escribo,
y sin vivir en mí, en ti yo vivo.
En ti quiero morir, con tu permiso.



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lunes, 14 de noviembre de 2011

Taquilla del destino


A Miguel                   


He sabido que marchas,
me dicen, a un invierno apalabrado.
Taquilla del destino;
dígame, queda tiempo?
Yo quisiera un billete a última hora,
tumor en clase turista,
no está la economía para lujos.

Esta tarde de Septiembre
que con un sol de ocaso ha convertido
el cielo en una antorcha,
que acompaña
un tren de vuelta a casa
cerrándose en la noche,
que tiene la llanura de lo triste,
en algo te recuerda.

Sobre los desiertos
de ciudad en lumbre
los ojos del cristal se han preguntado
cuales serán los trazos de tu viaje,
los lugares que señalas en el mapa
a mano alzada
y temblor firme.
Nadie como tú para entender
la historia oculta de los edificios,
los rincones del mundo
que caben en la guía de un viajero.

He sabido que marchas,
me dicen, a un invierno apalabrado.
Taquilla del destino;
dígame, queda tiempo?
Factúreme los sueños,
el amor de los míos,
sé que debo pagarle sobrepeso.

Esta tarde de Septiembre
que regresa en un tren de vuelta a casa,
viste de luz oscura,
se desploma sobre el mapa.
Dime, queda tiempo
para conversar,
acompañarte acaso.






miércoles, 28 de septiembre de 2011

Las Azoteas






Si la tarde no me trae tu nombre,
si las ásperas flores de la noche son el único vestigio
de no tenerte; podría decir que los espejismos
anidan en las azoteas.
Si el verano remiso, con su muerte lánguida,
no me recuerda tu rostro,
si es lo mismo respirar que adormecerse;
podría también asegurar que los tejados
se parecen a tu espalda,
que la luna es el sol pálido que espera
encontrarte tras las sombras.

Y hoy que la tarde no me trajo tu nombre
la inconveniente noche irrumpe y me pregunta
si no fuimos acaso un espejismo.



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jueves, 11 de agosto de 2011

Cortina del alba




La pereza
se ha duchado antes que yo.
Viene hacia mí, envuelta
en su bata transparente como el mar
de una playa sincera;
abre mis ojos despacio,
mientras nadie amanece. La noche
escapa con la espalda desnuda
por salidas de emergencia
y hoy no le pido que ordene los rincones
ni que cambie las toallas que conservan
la piel de mi regreso,
el vello desprendido de los sueños. La habitación navega
lejos de mañanas que vienen de golpe
tras noches de saldo;
se abre tímidamente
la cortina del alba.


Hay algo en esta luz al sur del sur
que rompe las baldosas,
que brota sobre el pecho
en ríos sigilosos;
que cuelga el cartel de no molesten,
hay personas respirando.
Y puede ser distinto existir,
abrir una mañana y no encontrar
una prisa en la puerta,
la corbata de un martes,
una sombra vacía
que aguarda el primer paso
hacia no sabe dónde.
Y puede ser distinto existir
al sur del sur,
que su cuerpo desnudo,
sus curvas pronunciadas
hagan surcos en la tierra y me pregunte
si mañana ha de volver.


En un horizonte de mar temprano
con la piel en calma,
una patera de sueños no encuentra
su patria.
De qué sirve besar las banderas
si naufragan los sueños. Sobre el mar
hay rostros que recuerdo,
rostros con la calidez de una mejilla,
briznas dispersas de sol, faroles
que Iluminan refugios abiertos
en campos de sombra.
El mar es la nostalgia en mis manos,
su bruma escapa libre, distinta,
y me empapa su espuma,
y me echo en sus brazos
porque hay días como puertos
como hay días que parecen hormigueros.


Se abre tímidamente
la cortina del alba
y una brisa de sal entra despacio,
sin hacer ruido en los ojos
y con sus labios eternos besa el mundo y yo,
carne de hormiguero,
abandono mis trincheras,
miro al frente,


y recibo la mañana como un puerto.


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martes, 2 de agosto de 2011

Poemas de amor



Pongamos que un día de estos
aprendo a escribirte
poemas de amor.


La mañana
te persigue en un verso,
remueve el frío del café,
frío como el alba de tu ausencia,
y recuerda la noche
vorágine en tu vientre,
mis labios desesperados
avanzando en la penumbra
como un funambulista que confunde
la palabra amor con el abismo.
Eso había en tus ojos,
dos abismos.
Y aun así la noche
era tranquila como un mar en calma,
la luna pintaba diademas de plata
sobre tu pelo,
senderos en tu piel,
trazos en la locura.
Eso había en tu piel.
Senderos.
Abismos.
Locura.

Pongamos que un día de estos
aprendo a escribirte
poemas de amor,

que me atrevo a decirte
te amo, I love you, je t'aime,
que me gustas cuando callas
porque estás como presente,
como una tarde de Abril de un invierno propio,
hecha de aromas y silencio,
de brumas, de primavera.
Eso había en tu boca,
primavera
y la eterna maldición de no olvidarte.

Pongamos que un día de estos
aprendo y te escribo
poemas de amor.

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sábado, 12 de febrero de 2011

Deja la noche



Deja la noche entreabierta,
que huyan los alacranes con sus pasos de olvido,
pero no me olvides,
yo quiero ser lo que mi nombre dice,
quiero entregar lo que mi pecho espera.
Espérame
porque algún día las cuestas de esta ciudad darán la vuelta
y será otra.
Yo seré otro
que se parece a mí sin que yo sepa
de donde viene.
Vente conmigo,
pero deja la noche entreabierta.
Nunca se sabe.



viernes, 7 de enero de 2011

Navidad




Los pastores a Belén,
niña acerca las guirnaldas,
vamos a vestir al árbol
que está desnudo de ramas.
El rebaño junto al río
tan quietecito de plata,
el musgo del alma fuera,
junto a las piedras nevadas;
los peces en la corriente
y la paloma en la casa.
Alcanza el espumillón
y ponle la minifalda;
el pescador en el puente
y en el puente la esperanza.
Dame un dulce y el pesebre
que el Niño no tiene cama;
la serpiente de colores,
qué guapa estás cuando cantas
a San José y los calzones;
los corazones en grana,
los soles de plata y oro
que dan calor en la rama,
el mismo calor de entonces
cuando tenía tu cara.
Campesinos y alfareros,
quedan pocos en la caja,
viandas junto a la hoguera
y un puchero con el agua;
si me olvido de quererte
me lo recuerdas mañana.
El carro va en el camino,
el camino va a la casa,
la Virgen va junto al Niño,
y junto al Niño la vaca.
Hacia Belén va una burra
mientras yo me remendaba.
La estrella de Oriente en alto,
la pongo yo, que te matas;
los reyes con los camellos,
hoy vete pronto a la cama
que hay un paje en el tejado,
no te vea levantada.
El ángel blanco custodia
las figuras que nos faltan.
Que descanses, niña mía,
tápate bien que hay helada.
Los pastores a Belén
y los sueños en tu almohada.