En las horas escasas,
cuando proclaman los gorriones
su atardecer pacífico,
un amor que duerme en los baúles
amarillento y frío,
un amor antiguo y solitario
es tierna compañía.
Porque hay aceras que aguardan
una cita temblorosa en el reloj,
Porque hay poemas que buscan
el calor de una lámpara de noche,
Porque hay rincones que añoran
la sombra perfilada de unos cuerpos,
su balada tardía de ciudad,
la profunda intimidad de su penumbra.
Porque hay velas, terrazas, dormitorios,
en la seda apacible de una noche,
en el carmín extinto de algún beso,
en la amable mirada del vacío.