jueves, 18 de noviembre de 2010

El Molino



El molino remueve la mañana
erguido en su vejez, recio semblante,
en tierra castellana no distante
mece al viento, lo acuna en una nana.

El molino a otro molino se hermana
en la espiga de trigo, sol errante,
ensoñando el ayer, luz abrasante
de la estepa más fría, la más llana.

El disfraz de gigante es la quimera
que no hay noble Don Sancho en esta tierra
ni Quijote montado en Rocinante.

De la tarde el molino nada espera,
mece al viento el amor al que se aferra.
El molino es un caballero andante.





sábado, 4 de septiembre de 2010

Montaña



Un instante
en el ascenso de la cima
es congelado en el tiempo
semejante
a descenderla de espaldas.
Las montañas
no hablan de nosotros
a la hora del té.

Seguramente hablan
de las voces del viento
cuando cantan al alba,
la pereza del sol
en los días de invierno,
de lo bien que les sientan
sus faldas nevadas,
de las pecas del cielo
cuando llega la noche
o del frío que hace
o del tiempo que pasa.

Quisiera ser montaña
y no hablar de nosotros
a la hora del té.


martes, 3 de agosto de 2010

Hay una llama



Hay una llama
encendida,
una serena luciérnaga en celo
pintora de la noche, de acuarelas,
de hechizos de siete velos.

Hay una llama
domadora
de las aguas en un tálamo de aire
exhalando corazón
brotando sangre como un nuevo magma.

Hay una llama
melena tibia y dorada de ocasos
palpitando libre
como un cuerpo desnudo.

Hay una llama
de pecho ardiente,
de olor a trópico,
que ahuyenta los lobos de la muerte,
sus tardes de otoño sin ventanas;
una llama de seda
sobre témpanos desiertos;
una llama que abre
y no cierra
la sonrisa, el corazón y la mano.

En esta noche,
en esta fría y tibia noche
bajo la escarcha,
hay una llama encendida,
una antorcha que arde como los sueños.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Permíteme este baile

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Permíteme este baile, sólo un paso,
un vals a medianoche, de tu mano,
una balada eterna, tan cercano
tu cuerpo junto al mío, tan escaso

el aire entre nosotros. Sólo un paso,
un giro interminable, tan liviano
vaivén para subir a nuestro arcano,
rendido ante tus ojos en ocaso.

Permíteme que sea quien te guíe
bajo el compás medido de tus labios
al cálido vergel donde me abraso.

Y al fuego de esta luna que sonríe
brindándole al amor sus desagravios,
permíteme este baile, sólo un paso.




jueves, 14 de enero de 2010

Cigüeña



Dime Cigüeña,
¿hacia dónde diriges la mirada?
Por tu porte tranquilo, yo diría
que contemplas lejana de otras aves la calima,
digna sobre la cúspide del tiempo;
el mundo vuela a ras de suelo, tanto te extraña
el movimiento circular de esas raras aves
que no tienen alas;
si supieran volar a tu modo y manera,
soñarían en línea recta
como lo haces tú frente al espejo de la mar.

Dime Cigüeña,
si acaso es tu pluma negra la pena
de la soledad,
si es tu pluma blanca la promesa
de verla de nuevo girar a tu lado;
que por tus alas plegadas, pensaría
que ya no quieres volar
si no hay un sol en tu mira,
que te vestiste de invierno
una mañana tranquila
cuando la viste marchar.

Dime Cigüeña,
si aún repartes la vida
o la vas dejando pasar.