en la espera de un tren.
Se deja llevar por el andén
bajo una luz tranquila.
Conversa con el joven que a su espalda,
suavemente,
hace girar las ruedas de su silla.
Tengo nietos de tu edad
le va diciendo
mientras en su cabello se deshacen los ríos
en acequias de plata.
joven y extranjero,
sonríe sus palabras, sus miradas, sus gestos,
aunque no la comprenda
porque viene de lejos.
Pero ha visto en su rostro un hogar
donde cabe su pecho.
le dice,
tú tendrás una moza que te quiera.Cómo pasan los años,
¡ay si tú lo supieras!
Si tuviera tu edad yo te querría
como una primavera.
mesa las hebras de plata
donde ella guarda los años
y algún recuerdo furtivo
con el rubor inocente
que hay en cualquier mediodía.
dice una voz que proviene
de alguna parte del cielo.
que en el lugar donde marcho
fueran eternos los días,
fueran las noches de trapo;
eso le iba diciendo
con un hilo de voz abandonado
como aquél primer beso.
Que le abriguen los sueños.
es la forma perfecta
de cualquier despedida.
a verse en el andén,
a su regreso,
y ella baja lozana de un caballo de hierro
y le mesa el cabello
y le toma las manos
y su hilo de voz se le devuelve
y un susurro le brota de su pecho
y le dice sin miedo
Que le abriguen los sueños.
en la espera de un tren.
En el andén del tiempo,
bajo una luz tranquila,
hay un joven que empuja
una silla vacía
y hay un tren que se aleja hacia el olvido.