domingo, 24 de agosto de 2014

Arboledas

Amanece Madrid en la calle de Agosto,
una calle vacía, bajo una luz hiriente
y un sol de mil demonios;
aún se peina los bucles al viento de la noche,
agita la arboleda en el camino
su color esperanza;
como una postal de precaria quietud
cobra vida despacio,
como un resucitado;
se retira del pecho el puñal de la prisa
mientras lame su herida
anónima 
y profunda.

Y amanece Madrid en la calle vacía
con Agosto pegado a su piel de elefante,
con un sol tan ceñido 
que no queda respiro
bajo las arboledas, siempre verdes y altivas,
tan color esperanza.

Un verano en Madrid, en la calle de Agosto,
al mirar hacia atrás hay un hondo vacío,
hay un mirlo que vaga sobre brasas 
de estío,
hay recuerdos heridos de algún perro 
sin dueño,
hipotecas de lujo para pisos
pequeños,
ventanas que bostezan por falta
de sueños, 
la pereza en un coche,
un semáforo ausente que da paso a un risueño
transeúnte, un columpio mecido
por un niño de viento,
hay rosales vencidos 
que no tienen aliento,
una fuente que duerme y que brilla sin brillo
junto a las arboledas, 
siempre verdes y altivas,
tan color esperanza.

En la calle Madrid un Agosto amanece
con su piel de elefante,
con sus ojos de liebre,
se hace la manicura, 
quiere ser ya Septiembre.

En la tierra quemada una sombra se yergue:
la de las arboledas,
siempre verdes y altivas,
tan color esperanza.



Safe Creative #1408241814971

4 comentarios:

  1. Lo que yo te decía más abajo, no debes privarnos de maravillas como esta o algún dios cabreado te lo tendrá en cuenta algún día...:)
    Al leerte, me han entrado unas ganas locas de volver por Madrid en agosto.Tus preciosas metáforas consiguen que esa enorme ciudad casi solitaria en verano se llene de multitud de sentimientos poéticos que la hacen más humana y hasta divina.Y es que la buena poesía transforma todo lo árido en vergel, todo lo solitario en multitud...Mi enhorabuena Toño.

    Me alegra saber de ti, amigo. Yo también tengo mis altibajos y mis ausencias, pero siempre vuelvo al blog a cantar o a llorar con versos, según me pille, los avatares de la vida.

    Te dejo un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias amigo. Pues no seré yo quién le de motivos a ese dios para cabrearse... :)

      Tu descripción es perfecta, Jero, Madrid es una ciudad acogedora, pero como toda ciudad grande es víctima de su grandeza: sus prisas, sus aglomeraciones, sus distancias... excepto en el mes de Agosto, cuando se vuelve humana, cercana, incluso solitaria... de ahí surgieron estos versos, de todas esas sensaciones que existen en las ciudades pero no se dejan escuchar, ahogadas en el ruido de los coches, de las obras, de sus gentes...

      A mi también me alegra saber de ti, amigo. Siempre es un placer recibir tus estimados comentarios.

      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Celebro, Toño, esta vuelta tuya. Ya he leído la carta anterior que nos diriges a algunos compañeros, por mi parte te digo que no tienes que justificarte, comprendo que debes tener una vida diversa en la que es fácil que puedas concentrar tu atención en múltiples cosas.

    Ahora me centro en esta estampa madrileña que tengo motivos para echar de menos ya que varios años elegí el mes de agosto para visitar Madrid, reconozco que puede resultar extravagante, pero nos lo solíamos pasar muy bien.

    Un abrazo, Toño, estoy muy contento con tu vuelta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Agradezco tu comprensión, Enrique.Como bien dices, llevar una vida diversa te arrastra a veces a dejar a un lado aficiones de las que disfrutas, pero que requieren un tiempo que, por la razón que sea, no he podido, querido o sabido encontrar hasta ahora.

      Creo que, más que extravagante, es una decisión sabia venir a conocer Madrid en Agosto, la ciudad está relajada, es más acogedora, sí, hace calor, pero como en todas partes, los bares abren sus terrazas a la calle, las calles se abren a los visitantes...incluso para alguien que la vive durante todo el año, Madrid es una ciudad distinta en el mes de Agosto.

      Mil gracias, Enrique, por tus siempre estimados y sugerentes comentarios. Estoy igualmente contento de saber de ti.

      Un fuerte abrazo.

      Eliminar