jueves, 11 de agosto de 2011

Cortina del alba




La pereza
se ha duchado antes que yo.
Viene hacia mí, envuelta
en su bata transparente como el mar
de una playa sincera;
abre mis ojos despacio,
mientras nadie amanece. La noche
escapa con la espalda desnuda
por salidas de emergencia
y hoy no le pido que ordene los rincones
ni que cambie las toallas que conservan
la piel de mi regreso,
el vello desprendido de los sueños. La habitación navega
lejos de mañanas que vienen de golpe
tras noches de saldo;
se abre tímidamente
la cortina del alba.


Hay algo en esta luz al sur del sur
que rompe las baldosas,
que brota sobre el pecho
en ríos sigilosos;
que cuelga el cartel de no molesten,
hay personas respirando.
Y puede ser distinto existir,
abrir una mañana y no encontrar
una prisa en la puerta,
la corbata de un martes,
una sombra vacía
que aguarda el primer paso
hacia no sabe dónde.
Y puede ser distinto existir
al sur del sur,
que su cuerpo desnudo,
sus curvas pronunciadas
hagan surcos en la tierra y me pregunte
si mañana ha de volver.


En un horizonte de mar temprano
con la piel en calma,
una patera de sueños no encuentra
su patria.
De qué sirve besar las banderas
si naufragan los sueños. Sobre el mar
hay rostros que recuerdo,
rostros con la calidez de una mejilla,
briznas dispersas de sol, faroles
que Iluminan refugios abiertos
en campos de sombra.
El mar es la nostalgia en mis manos,
su bruma escapa libre, distinta,
y me empapa su espuma,
y me echo en sus brazos
porque hay días como puertos
como hay días que parecen hormigueros.


Se abre tímidamente
la cortina del alba
y una brisa de sal entra despacio,
sin hacer ruido en los ojos
y con sus labios eternos besa el mundo y yo,
carne de hormiguero,
abandono mis trincheras,
miro al frente,


y recibo la mañana como un puerto.


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martes, 2 de agosto de 2011

Poemas de amor



Pongamos que un día de estos
aprendo a escribirte
poemas de amor.


La mañana
te persigue en un verso,
remueve el frío del café,
frío como el alba de tu ausencia,
y recuerda la noche
vorágine en tu vientre,
mis labios desesperados
avanzando en la penumbra
como un funambulista que confunde
la palabra amor con el abismo.
Eso había en tus ojos,
dos abismos.
Y aun así la noche
era tranquila como un mar en calma,
la luna pintaba diademas de plata
sobre tu pelo,
senderos en tu piel,
trazos en la locura.
Eso había en tu piel.
Senderos.
Abismos.
Locura.

Pongamos que un día de estos
aprendo a escribirte
poemas de amor,

que me atrevo a decirte
te amo, I love you, je t'aime,
que me gustas cuando callas
porque estás como presente,
como una tarde de Abril de un invierno propio,
hecha de aromas y silencio,
de brumas, de primavera.
Eso había en tu boca,
primavera
y la eterna maldición de no olvidarte.

Pongamos que un día de estos
aprendo y te escribo
poemas de amor.

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