sábado, 4 de septiembre de 2010

Montaña



Un instante
en el ascenso de la cima
es congelado en el tiempo
semejante
a descenderla de espaldas.
Las montañas
no hablan de nosotros
a la hora del té.

Seguramente hablan
de las voces del viento
cuando cantan al alba,
la pereza del sol
en los días de invierno,
de lo bien que les sientan
sus faldas nevadas,
de las pecas del cielo
cuando llega la noche
o del frío que hace
o del tiempo que pasa.

Quisiera ser montaña
y no hablar de nosotros
a la hora del té.