martes, 3 de agosto de 2010

Hay una llama



Hay una llama
encendida,
una serena luciérnaga en celo
pintora de la noche, de acuarelas,
de hechizos de siete velos.

Hay una llama
domadora
de las aguas en un tálamo de aire
exhalando corazón
brotando sangre como un nuevo magma.

Hay una llama
melena tibia y dorada de ocasos
palpitando libre
como un cuerpo desnudo.

Hay una llama
de pecho ardiente,
de olor a trópico,
que ahuyenta los lobos de la muerte,
sus tardes de otoño sin ventanas;
una llama de seda
sobre témpanos desiertos;
una llama que abre
y no cierra
la sonrisa, el corazón y la mano.

En esta noche,
en esta fría y tibia noche
bajo la escarcha,
hay una llama encendida,
una antorcha que arde como los sueños.