sábado, 24 de noviembre de 2012

Otoño ( I )









Rendido
a la doméstica zozobra que produce
saberse el enemigo,
al silencio en la piel
que vino a prevenirnos del invierno,
algún otoño debe invocarse 
en el cielo de tu nombre.

Si te llamas amor,
si tienes un segundo que no acoja
la sombra de la noche,
si traes un pozo de luz,
un manantial de treguas destilando
alcohol sobre tus labios;
si te llamas amor,
en la copa vacía del deseo
yo podría esperarte.

Yo podría esperarte
con la noche entreabierta,
la mirada perdida
del abrazo desierto,
el murmullo del templo
donde nada se adora.

Yo podría esperarte.

Si te llamas amor,
si tienes un segundo que no acoja
la sombra de la noche,
no descarta la vida
que algún otoño deba invocarse 
en el cielo de tu nombre.






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